John MacArthur |
En segundo lugar, la Palabra de Dios es buena y obra para nuestro bien. Pablo les dijo a los ancianos de Éfeso: “Os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hch. 20:32).
En tercer lugar, los santos ángeles de Dios son buenos y están para apoyar a los creyentes. El escritor de Hebreos confirma esto con la interrogación retórica: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (He. 1:14).
Esas son verdades no solo dignas de meditar en ellas sino, en vista de sus realidades, de vivirlas.